Salud o enfermedad

Aunque la definición de la salud según la OMS sea el estado de perfecto bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de lesión o enfermedad. La visión cartesiana, que separó la mente del cuerpo, y en la que se basa la medicina occidental; en la práctica considera que la salud se basa en mantener equilibradas las funciones metabólicas del organismo, combatiendo cualquier tipo de sintomatología que no entra dentro de los parámetros que se consideran adecuados, o que producen algún tipo de incapacidad o malestar en la persona.

Ese división cartesiana entre el Soma y la Psique, nos separa de todas las medicinas ancestrales que siempre vieron en la pérdida de la salud, una falta de contacto de la persona con su alma, y también con su parte espiritual.

El reduccionismo de ver al ser humano como  un  simple conjunto de moléculas bioquímicas que se relacionan entre sí, ha dado como consecuencia que todo y los incuestionables avances científicos (sobretodo en el ámbito del diagnóstico), la medicina alopática no haya podido dar solución a la mayoría de enfermedades. Ante las cuales debido a su reducido punto de vista, simplemente puede producir alivios sintomáticos y paliativos que no van a solucionar la causa profunda de la enfermedad.

Por otra parte, esa visión reduccionista al plano molecular , ha hecho que perdieran el significado ontológico que hay detrás de lo que consideramos enfermedad, y llevando al error de que todo lo que no entra dentro de unos parámetros basados en la estadística, ha de ser combatido, pues se considera como nocivo para la salud, al no entender el sentido biológico de esa pérdida del equilibrio homeostático. Aunque la propia homeostasis, sea en el fondo un continuo estado de desequilibrio para poderse adaptar a los cambios del entorno y las necesidades que estos producen.

Curiosamente si vamos a los orígenes de la palabra salud, vemos que esta viene de las palabras latinas Salus y Salvatio (en el latín antiguo la U y la V eran una sola letra), y su significado es “estar en condiciones de poder superar un obstáculo”. El término castellano salvarse mantiene el significado de “superar una dificultad”.

Descubrimos así que en sus orígenes la salud se interpretaba como el estado en el que estamos en condiciones de superar una dificultad, superar un conflicto que se presenta en nuestra relación con lo que nos rodea, y también con nosotros mismos. Desde ese mismo planteamiento, podemos entender la enfermedad como la incapacidad de superar una dificultad, a través de la respuesta adaptativa que generamos.

Y entonces descubrimos que lo que muchas veces se considera como un desequilibrio patológico que hay que combatir, en el fondo es producto de ese proceso de adaptación al entorno que también definieron Walter Canon y Hans Seyle. Y que mayormente lo que consideramos enfermedad, es una estrategia producto de la capacidad que tiene el organismo para adaptarse a las dificultades, o sea una manera de que el organismo exprese su salud. Como por ejemplo cuando estamos en zonas de bajo nivel de oxígeno, que nuestro organismo aumenta la producción de eritropoyetina para aumentar la capacidad de los glóbulos rojos para poder vehiculizar el oxigeno y llevarlo a los diferentes tejidos.

Esa pérdida momentánea del equilibrio homeostático,  que muchas veces se identifica como algo malo o erróneo, es en el fondo una estrategia adaptativa para sobrevivir. Como se habla desde la Teoría del Caos, el Caos   en el fondo no está exento de orden. Detrás de lo que consideramos un desequilibrio o estado de desorden, muchas veces hay un orden implícito que no somos capaces de comprender. Pero que le da un sentido a ese aparente Caos.

Estos mismos conceptos del Orden y el Desorden los vemos en la Teoría General de Sistemas cuando nos habla de los dos procesos básicos para la conservación de los sistemas biológicos: la morfogénesis y la homeostasis.

La morfogénesis sería la formación de nuevas maneras de expresarse en relación con el entorno; las diferentes estrategias evolutivas que se mantienen para sobrevivir. La homeostasis en cambio es la conservación de un antiguo nivel de orden, para que se puedan mantener las constantes vitales básicas. Cuando cualquiera de estos dos estados se perpetúa tenemos la muerte del sistema. Una morfogénesis sin fin, sería al igual que un Cáncer; un estado de desordenamiento tan grande que acaba con el sistema donde se ha desarrollado. Y un estado de homeostasis inamovible, produciría la muerte del sistema biológico al no poderse adaptar a las diferentes necesidades que se despiertan en su relación con el entorno.

Por es la naturaleza tiene a veces, que romper ese estado de equilibrio interno, para desarrollar nuevas maneras de expresarse y así poder seguir sobreviviendo. Como lo demuestran las teorías evolutivas de Lamarc, o una vez más, las sabias palabras de Einstein cuando decía: “Un problema no se puede solucionar, en el mismo nivel que se creó”.

Entonces comprendemos que los descubrimientos del Dr Hamer, que ha sido capaz de ver el sentido biológico que hay detrás de cada manifestación fisiológica que consideramos enfermedad, están totalmente en consonancia con el significado original de la palabra salud.  Y comprobamos que la línea que separa lo que es la salud, de lo que es la enfermedad, es más imprecisa de lo que creemos.

Una vez que vemos que esa pérdida del equilibrio es esencial para la vida, y una muestra de la capacidad de adaptarse para sobrevivir. Descubrimos que la verdadera enfermedad nace cuando,  fruto de la separación entre lo que pensamos y lo que sentimos; no dejamos que el cuerpo exprese libremente, la respuesta que despierta en él nuestra relación con el entorno. Y dejamos de reconocer esa necesidad que hay en nosotros, entrando en conflicto con uno mismo, al no querer reconocer lo que somos en ese momento. Al mismo tiempo, al no permitir que esa respuesta se exprese, el organismo no puede acabar su proceso y volver al estado de equilibrio homeostático. Produciendo así una perdida del equilibrio, sostenida por el impedimento de completar el proceso. Y haciendo que perdamos la salud, al no permitir que nuestro organismo supere esa dificultad adaptándose a ella.

Adaptarse a las dificultades, es permitir sentir ante los diferentes sucesos las respuestas emocionales que nos despiertan. Pues las situaciones solamente cambian, cuando aceptamos plenamente lo que vivenciamos en ella. Como lo demuestran los trabajos de Bert Hellinger, al observar que las cosas que han pasado en antiguas generaciones y no se han aceptado, viviéndose como un tabú o con culpa, se vuelven a repetir en las próximas generaciones.

Por eso la salud, es una toma de conciencia. Es retomar nuestra identidad plena, asumiendo y aceptando lo que vivimos en todo momento, sin juzgarnos ni culparnos con ello. Y también es la toma de conciencia del verdadero sentido que tienen las diferentes experiencias que pasamos en la vida.

Asumiendo que la vida en el fondo es un aprendizaje para que recuperemos y aceptemos todas las partes de nuestro Ser. Y entonces cambiamos el rol y en vez de sentirnos victimas de la vida nos damos cuenta que somos aprendices que se están redescubriendo a sí mismo. Por lo cual dejamos de luchar contra ella, y aprendemos a aceptarla, porque sabemos que de esa manera también nos aceptamos más plenamente a nosotros mismos.

Y comprendemos que lo que en principio parecía un conflicto, es en el fondo una catapulta, que nos impulsa a un nuevo nivel de conciencia de mayor desarrollo y plenitud, al hacernos entrar en contacto con partes de nosotros que antes no reconocíamos.  Y que nos sitúa más cerca del Ser infinito que somos.

Albert Einstein:
«Dios no juega a los dados con el Universo»