Sanando el corazón

Cuando oímos hablar de las enfermedades cardiovasculares, vemos que según la medicina oficial; los principales factores de riesgo son estos:

  •  Obesidad
  • Sedentarismo
  • Toma de substancias estimulantes: café, cocaína, otras drogas…
  • El colesterol
  • Un dieta desequilibrada.

El 4 Chakra es el que rige el corazón y el sistema circulatorio. En la mayoría de los casos, su bloqueo es el que origina los problemas cardiovasculares. El miedo, la desconfianza, el juicio, el rechazo son los elementos que bloquean la energía del 4 Chakra. Porque impiden que se manifieste la energía del amor incondicional, reflejada en la entrega hacia los demás, que es propia de este centro.

No dudo que el aporte de micronutrientes esenciales debido a una dieta equilibrada o tomando suplementos, tenga un papel importante en la salud cardiovascular. Pero el aumento de la necesidad de estos, es consecuencia de los bloqueos y tensiones que no permiten dejar fluir la  energía del 4 Chakra. Tensiones que contraen el pericardio y acaban provocando un desgaste excesivo de las paredes endoteliales de las arterias.

Llevando al organismo a  un desequilibrio de la bioquímica interna, que aumenta  así, la necesidad de micronutrientes como la vitamina C. Para poder aumentar la síntesis de colágeno y reparar esos tejidos. Cuando el aporte de vitamina C y otros micronutrientes no es el adecuado, el organismo no puede producir suficiente colágeno, para reparar el desgaste de las paredes de nuestras arterias; y entonces recurre a las lipoproteínas que llevan Colesterol, para reparar los tejidos, lo cual puede llevar a la formación de placas de ateroma. Generando así mayor riesgo de sufrir un infarto, y otros desequilibrios por un déficit circulatorio.

Reflexionando sobre los otros factores de riesgo; ¿detrás de cuantos trastornos de obesidad, no habrá un vacío emocional provocándolo?

Cuando nos enjuiciamos y nos consideramos que no somos dignos de pedir, muchas veces acabamos dándonos a través de los alimentos la dulzura que no somos capaces de aportar a nuestra vida. Y cuando hay remordimientos internos porque nuestros juicios no nos permiten darnos a los demás o recibir de ellos, tratamos de tapar ese sentimiento de culpa que rompe nuestra paz interior, a través de las endorfinas y serotonina que nos producen los alimentos ricos en grasas y azúcares.

¿Detrás de cuantas personas de vida sedentaria, no habrá una resignación y una falta de participación en la vida, fruto de los vacíos resultados de sus primeros impulsos en la búsqueda del amor?

Y son esas primeras relaciones en busca del amor, de nuestro padre y nuestra madre, la base de nuestras relaciones. Si estamos enfadados con nuestros padres, estamos enfadados con una parte importante de nuestro ser. Si no nos queremos a nosotros mismos, no podemos entregarnos ni recibir de  los demás, pues hay una parte de culpabilidad interna que nos hace sentirnos que nosotros o los demás seres no somos merecedores de amor. E inconscientemente vamos buscando por la vida, situaciones y relaciones que nos producen dolor, atraídas por ese sentimiento interior de culpa.

Como bien dice el principio Hermético: “el exterior es un reflejo del interior”.

Al mismo tiempo, estas personas apáticas y resignadas ante la vida, en muchos casos tratarán de paliar  esa falta de entusiasmo y energía, con la toma de sustancias estimulantes, como el café o la cocaína. Que aumentan sus niveles de Dopamina, y les devuelven a una vida excitante.

Cuando acabamos con los miedos que nos limitan e impiden hacer contacto con los demás, cuando dejamos de criticar y enjuiciar, y aceptamos que los demás lo hacen lo mejor posible; y que las diferentes situaciones de la vida son posibilidades para continuar nuestro aprendizaje; nos abrimos a la vida y permitimos que la energía del 4 Centro salga libremente. Consiguiendo así, que nuestra Alma exprese su mejor nota a través de nosotros.

Encontrando un equilibrio entre el dar y el recibir. Como el movimiento del sistema circulatorio, Sístole y Diástole. En la sístole, me vació y entregó a la vida, lo mejor de mi mismo. En la Diástole, me relajo y permito que la vida me llene del flujo vital de la experiencia. Abrazando la vida, y permitiendo que ella nos abrace.  Un movimiento rítmico entre la expansión y la contracción, la base del equilibrio de la naturaleza, representado eternamente por las olas del mar.